Trazando una línea de conexión con el rock argentino circa últimos '70 y primeros '80, puede decirse (parcializando, cuándo no?, tal vez porque la música es enorme y generosa como para polarizarla miserablemente), que algunos hechos musicales importantes del mundo anglosajón hicieron profunda mella en esa camada de artistas.
Pásese a mirar:
El último Invisible del Flaco Spinetta estaba teñido de Piazzola (argentino reconocido en el mundo entero), y su etapa posterior (solista en "A 18'del sol" y el primer Jade) absorbían con profundidad un espíritu artístico cercano a Robert Fripp o John Mc Laughlin (sobre todo en la forma de tocar la guitarra de Luis Alberto).
Soda Stereo, GIT, Fito Páez, Miguel Mateos y la primera línea de aquella época tomaban y hacían suyo el sello de artistas new wave como The Police, Elvis Costello, Duran Duran y tantos otros.
Serú Giran abrevaba en las fuentes de un grupo sinfo-rock-moderno italiano (sí, italiano, Premiata Forneria Marconi, ésto reconocido por los mismísimos Charly García y Pedro Aznar), además de cositas de la época como el Return to Forever de Chick Corea, Weather Report (la impronta "alla Pastorius" en el bajo de Aznar) y los elaborados cancionistas Steely Dan entre otros.
Quisiera hacer hincapié en esta última influencia (Steely Dan)para remitirme a un grupo bisagra de aquel momento, que fue Sumo, y en las declaraciones de su cantante, el desaparecido Luca Prodán.
El magnífico Luca, que dejó su estela en nuestro rock, venía de curtir "in situ" la movida punk londinense. Empapado entonces de aquel espíritu, Luca deja escapar, palabras más o menos, que "acá todos querían sonar como Steely Dan", dando a entender que nuestros rockers estaban enceguecidos con ese grupo "blando, decadente y de FM" (que se valía-algo no mencionado por Prodan- de los mejores músicos del momento para tener ese sonido en un disco).
He visto a Sumo en escena muchas veces con Luca al frente y les reconozco una enorme potencia musical, cristalizada por el talento de sus miembros y el brillo de su cantante, y admitiré en estas líneas que al rock argentino le faltaba algo que Sumo vino a traer y dejó como legado: el desparpajo, la alegría, la potencia rockera y mucho más.
Ahora bien, las palabras de Luca debajo del escenario, para una prensa que lo endiosó como un extraterrestre desembarcado de England a la paz de Traslasierra, NO HICIERON NADA BIEN.
Por qué digo ésto? Porque ese reviente y descontrol, aunque fundamentado en actitud y música, tuvo un correlato nefasto en las generaciones que vinieron, confundiendo el "cualquierazgo" con "expresión genuina", los "dos tonitos" enfrentados al "rebusque pretencioso", la "autenticidad al palo" contra "la mesura aburrida de la patota intelectual". Otros giros verbales no se me ocurren. No soy tan fecundo en palabras como cierto periodismo rockero argentino.
Luca estaba rodeado de los mejores de aquel momento, y su verborragia caló hondo en la generación de seguidores que, en pos de continuar esa actitud de "no me importa nada", derivó en pobreza musical, de actitud, de pretensión artística y de tantas cosas más que adolesce nuestro rock actual. Es para pensarlo o para sentarme a esperar que algún chabón venga y me cague a trompadas (si me encuentra). Antes que me pegue, le enrostraré dulcemente una canción de los Iracundos que dice "Porque ya/la lluvia terminó/y el cielo ahora está/azul para los dos". So long, baby.
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